#REFUGEESWELLCOME. DERECHOS Y INTEGRACIÓN

Ante los dramáticos acontecimientos que rodean la entrada de refugiados en Europa, la  Fundació Comtal quiere compartir y ayudar a transmitir el mensaje hecho público por Caritas española, Justicia y Paz de España y la Confederación de Religiosos de España (CONFER), y apoyado por la plataforma de entidades cristianas con los inmigrantes, que reúne una veintena de organizaciones que trabajan alrededor del hecho migratorio.

Mediante este mensaje reclaman que se revisen en profundidad las ineficientes políticas de inmigración y asilo europeas para centrarse, en vez de en el control y el miedo, en la protección de las personas, los derechos humanos y la integración social, estableciendo vías legales de acceso a Europa y impulsando decididamente políticas coherentes de cooperación al desarrollo y de promoción de la democracia y la paz en nuestro entorno y en todo el mundo.

A la vez, hacemos un llamamiento a las instituciones y gobiernos de Catalunya, España y Europa para que pongan en marcha planes de emergencia para la acogida humanitaria de estas persones, procedentes mayoritariamente de países que sufren graves conflictos armados (Síria, Afganistán, Irak, Libia…), conflictos a los cuales Europa no es ajena.

Reproducimos a continuación la nota Caritas Española, Justicia y Paz de España y la CONFER a la que nos adherimos íntegramente:

HACE FALTA UN CAMBIO EN LA POLÍTICA MIGRATORIA. CONTROL Y MIEDO NO FUNCIONAN.

NO a la política del miedo, SÍ a la política de la integración, la acogida y el desarrollo de los pueblos.

La brecha de la frontera este (Serbia, Grecia, Macedonia…) sólo un par de meses después de la presentación de la Agenda Europea de Inmigración, además de un saldo en vidas y en dramas humanos, ofrece un saldo de ineficiencia política inaceptable en términos de dignidad y defensa de los Derechos Humanos, que en nuestra sociedad no se puede permitir.

No es solamente una crisis humanitaria. Es el estrepitoso fracaso de una política mal llamada migratoria y que se reduce a un indecente y millonario control de flujos sostenidos sobre el discurso del miedo a la invasión del que es diferente. Los cayucos, Lampedusa, Ceuta y Melilla, la situación en Serbia, Grecia o Macedonia son consecuencias estructurales de esta mala política, no las causas.

No es sólo una crisis de refugiados. Es el resultado de la falta de políticas coherentes que aborden la complejidad de la movilidad humana en política exterior, en política económica, en políticas de cooperación para el desarrollo.

Estamos huérfanos de una auténtica política de emigraciones que aborde y explore de verdad vías legales de acceso a nuestro territorio, que flexibilice los criterios de reagrupamiento familiar, que haga posible la movilidad humana como una oportunidad para nuestra vieja Europa y no como un riesgo.

No es solamente una crisis de solidaridad. Es el resultado de una ausencia de política de cooperación para el desarrollo que olvida que, detrás de cada decisión de abandonar una casa, un trabajo, una vida, hay una causa de expulsión (la guerra, la falta de oportunidades, el cambio climático…) y personas a las que proteger.

Es el momento de abordar el reto que, como sociedad, tenemos delante; impidiendo que estos sucesos que nos llenan de dolor y vergüenza se produzcan de forma cíclica sin afrontar que la única solución propuesta, la vía de la seguridad, no es viable, ni en términos de humanidad, ni en términos políticos.

Es el momento de reconocer al otro, al distinto, no como un invasor sino como un igual con los mismos derechos, como una aportación positiva a nuestra sociedad mestiza; como un hermano en dificultad para el que hay que buscar un sitio, aunque estemos más estrechos.

Europa y España no pueden perder esta oportunidad para repensar sobre las políticas desarrolladas hasta ahora, para proteger a las personas que intentan llegar a nuestro territorio, para invertir en políticas para el desarrollo y en políticas de integración.

Nos unimos al mensaje del Papa Francisco que en su reciente viaje a América Latina animaba a la comunidad cristiana y a toda la sociedad a no tener miedo y a pedir un cambio, “…un cambio real, un cambio de estructuras. Este sistema ya no se aguanta, no lo aguantan los campesinos, no lo aguantan los trabajadores, no lo aguantan las comunidades, no lo aguantan los pueblos… Y tampoco no lo aguanta la Tierra, la hermana madre tierra”.

Pedimos a los gobernantes que asuman con pro actividad el reto histórico de dejar de construir cercas, muros y rejas, aportando soluciones y políticas que pongan en el centro a las personas, aportando vías de protección y acogida, alternativas de desarrollo que vayan a las causas.

Tenemos un gran reto como sociedad, dignificar como seres humanos, no sólo haciendo un sitio en nuestra casa, sino buscando caminos nuevos para que todos podamos transitar.