ELEGIMOS COMBATIR LAS DESIGUALDADES
A escala global el OIT calcula que se perderán 305 millones de puestos de trabajo en comparación con el cierre de 2019, dejando numerosos hogares sin ingresos y en situación de pobreza.
ÁMBITO EDUCATIVO
La pandemia ha generado un aumento de las desigualdades sociales y no todos los y las alumnas han estado en disposición de estudiar o de hacerlo en condiciones, sea por cuestiones logísticas o emocionales.
Brecha digital
Según datos del Departamento de Educación, cerca de 55.000 alumnos han tenido problemas para seguir las clases a distancia, puesto que no disponían de conexión a internet u ordenador para seguir las clases.
La carencia de conocimientos TIC, no tener dispositivos tecnológicos ni conexión para poder seguir los estudios online y/o no tener un espacio adecuado para poder estudiar, ha provocado una gran brecha digital y educativa.
Aprendizaje a distancia
El cierre escolar ha tenido consecuencias negativas sobre el aprendizaje y los hábitos de estudio de buena parte de los y las alumnas y ha aumentado las desigualdades educativas.
La enseñanza online ha dado una responsabilidad y autonomía mucho más grande al alumnado, pero lo que para algunos y algunas ha sido una oportunidad de aprendizaje y de enriquecimiento de habilidades, para otras ha sido un proceso de frustración, desmotivación y desconexión progresiva.
Observamos en la infancia un salto atrás en aprendizajes básicos como lectoescritura o matemáticas y pérdidas de rutinas académicas básicas (concentración, interpretación y atención).
Entre la juventud, la formación a distancia también ha provocado casos de desaprendizaje (retroceso de los conocimientos y habilidades), empeoramiento de calificaciones, e incluso, abandono de los estudios, hechos que acabarán influyendo en el futuro del joven, su empleabilidad, trayectoria laboral y posición social.
Hay que recordar que el acompañamiento familiar durante el confinamiento ha tenido más peso que nunca en el proceso de aprendizaje de niños, niñas y jóvenes y ha sido uno de los factores determinantes para el éxito educativo de estos. Pero no todas las famílias han tenido la capacidad y los recursos necesarios para apoyar escolarmente a sus hijos e hijas.
Se han encontrado con dificultades en el acompañamiento de los estudios durante el confinamiento, las tensiones en las relaciones intrafamiliares se han agraviado, y algunos y algunas referentes han expresado frustración por no saber qué hacer o como poner límites.
Damos paso a Alejandra, coordinadora de la Escuela de Segunda Oportunidad, quién nos lo explica en el siguiente video:
Sin acceso a formación
En un contexto de crisis y caída de ingresos, estudiar es una apuesta que solo determinadas familias se pueden permitir. Muchos jóvenes tienen que dejar su formación para ponerse a trabajar y ayudar en la economía familiar.
La situación económica general de gran parte de la juventud ha puesto de manifiesto la preocupación sobre su futuro laboral, y por otro lado, la necesidad de buscar colaboradores que faciliten becar los estudios de la población joven para que puedan continuar con su proyecto de futuro.
ÁMBITO DE LA SALUD Y LA ESTABILIDAD EMOCIONAL
Trabajar en situación precaria, vivir en pisos pequeños o en barrios con alta densidad de población han sido factores claros de riesgo de contagio que han afectado la salud física de muchas personas. El confinamiento, además, ha desencadenado hábitos alimentarios inadecuados, sedentarismo y adiciones que han afectado de nuevo la salud de las familias.
En el ámbito de la salud mental, el aislamiento social, el aumento de las tensiones intrafamiliares, el estrés, el miedo al contagio, la preocupación por el futuro, la incertidumbre y/o las dificultades económicas sobrevenidas han provocado muchos casos de aparición o agravación de trastornos- de salud mental como ansiedad o depresión- que se deben abordar urgentemente con apoyo psicológico y acompañamiento emocional.
ÁMBITO LABORAL Y ECONÓMICO
La crisis económica vinculada a la pandemia ha agraviado más que nunca la brecha de las desigualdades sociales y está teniendo un impacto grave sobre la situación laboral de la juventud, colectivo que tendrá más dificultades para superar la crisis.
Según el informe elaborado por el Observatorio Catalán de la Juventud y la EPA durante el segundo trimestre del 2020, en Cataluña hay 158.600 jóvenes al paro (entre 18-30 años) y en cifras absolutas, respecto al año anterior, se han perdido 80.900 puestos de trabajo ocupados por jóvenes, el 39,7% de la pérdida de puestos de trabajo.
Necesidades básicas no satisfechas
Miles de hogares están viviendo ahora con menos recursos e ingresos que antes. Familias que estaban en situación límite a nivel económico antes de la pandemia, pasan a tener una situación insostenible y crece la preocupación por cómo se cubrirán las necesidades básicas y cómo se pagarán los gastos familiares de alimentación, higiene, protección y vivienda.
Es el caso de Elisabeth, madre nacida en Bolivia con tres hijos a cargo, que sufrió la COVID-19 y se quedó sin faena cuando decretaron el estado de alarma.
Incremento de personas en situación de precariedad laboral y ERTE.
A nivel laboral el aumento de la precariedad en este ámbito genera vulnerabilidad económica familiar: personas que se han quedado sin trabajo, contratos de obra y servicio que se han visto rescindidos, personas que todavía no han cobrado el paro o sus prestaciones vinculadas a un ERTO o la renta mínima vital y/o personas que trabajaban en situación precaria, con un único ingreso para sustentar toda la familia a través de trabajos esporádicos y/o sin contrato.
La ONU calcula que uno de cada seis jóvenes de entre 18 y 25 años ha perdido el trabajo a raíz de la crisis del coronavirus. Nuestra prioridad se convierte ahora en cubrir sus necesidades básicas y después garantizar el trabajo.
Vulneración de los derechos laborales
Ara más que nunca es necesario detectar las necesidades de asesoramiento legal por parte de algunas familias trabajadoras ante situaciones de vulneración de derechos laborales.
Acumulación de deudas y riesgo de desahucio
La pandemia ha puesto de manifiesto la importancia de la vivienda como factor clave de una vida digna. Muchas familias tienen dificultades o ya no disponen de fondos para pagar el piso donde viven a causa de una carencia de ingresos prolongada, y se encuentran en situación de impago de facturas y endeudamientos.
Según el Informe 2020 de la Fundación FOESSA, el 49,2% de los hogares que viven en situación precaria ya no pueden pagar el alquiler o la hipoteca y solo uno de cada cuatro hogares puede sobrevivir gracias al sueldo laboral.
Conciliación laboral-familiar
Durante el confinamiento, las dificultades de la convivencia y la conciliación de la vida laboral y familiar, han provocado casos de incompatibilidad del trabajo con la cura de niños, niñas y adolescentes. Las familias han sufrido una carga doméstica y familiar muy grande, hecho que ha dificultado el teletrabajo, la reincorporación al trabajo presencial o la formación para poder tener mejores oportunidades laborales.
ANTE ESTA SITUACIÓN…
Queremos dar al derecho a la educación y a los derechos sociales la prioridad que se merecen y garantizar la igualdad de oportunidades para todo el mundo.
Si no se hace frente a esta crisis con un programa competitivo y amplio de protección social que asegure alimentos y un ingreso mínimo vital a jóvenes y familias en situación de vulnerabilidad, asistiremos a un aumento devastador de la pobreza.
La situación de empobrecimiento puede revertirse si se actúa con ayudas directas en la población, y se trabaja a favor de la justicia social mediante reformas laborales y económicas equitativas y redistributivas.
Por este motivo, y ante esta nueva emergencia social, pedimos ayuda y colaboración ciudadana para poder garantizar a las personas que atendemos una vida digna, y poder combatir las causas de vulnerabilidad que se han acentuado durante la pandemia.
En tiempo de crisis, contágiate de solidaridad!
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